Artículo 16.
Creemos y confesamos que nuestro Señor Jesucristo ha ordenado e instituido sacramentos o signos en su Iglesia. El de la Santa Cena, se celebra como memorial de su muerte vicaria en la cruz, no practicando las doctrinas heréticas de la transubstanciación o de la consubstanciación. De este banquete espiritual participa la Iglesia con reverencia, santidad y gratitud; de acuerdo al mandato recibido de Jesucristo hasta que Él venga.
Artículo 17.
Creemos en el bautismo de adultos como una ordenanza instituida por Jesucristo, obligatoria para todos aquellos que han dado un paso de fe en Cristo; siendo, a la vez, profesión pública de fe; así como signo visible de consagración e integración en la Iglesia verdadera de Jesucristo.
Artículo 18.
Creemos, según la Escritura,que la Iglesia de Jesucristo debe ser presidida y gobernada -según lo constituido por Cristo- por Ministros o Pastores elegidos y llamados por el Espíritu Santo, que los capacita con los dones necesarios para el ministerio. Se ocuparán de enseñar y predicar la Palabra de Dios; administrar la Santa Cena y el Bautismo , así como la consejería y la disciplina restauradora en la Iglesia.
Artículo 19.
Creemos, según la Palabra de Dios, que cuando el tiempo ordenado por el Señor llegue a su fin, y el número de los elegidos haya sido completado, nuestro Señor Jesucristo vendrá del Cielo corporal y visiblemente,como ascendió, con gloria y majestad, para declararse en Señor y Juez de vivos y muertos. Cristo volverá para introducir la Edad Futura, el estado eterno.
Artículo 20.
Creemos, que por ser esta Declaración de Fe sólo una síntesis doctrinal debemos,para tratar otros puntos de similar importancia biblica ,remitirnos y someternos igualmente a la autoridad infalible de la Palabra de Dios, única guía escrituraria utilizada por el Espíritu Santo para la edificación de la Iglesia de Jesucristo. Debemos rechazar, firmemente, las tradiciones religiosas que invalidan el mandamiento de Dios
"TODOS TUS MANDAMIENTOS SON VERDAD" (Salmo 119:86)
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"Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo...Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes, Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (Efesios 6:11-17).