(Espacio dedicado a la poesía cristiana de todos los tiempos, hermoso tesoro espiritual para el alma redimida por Cristo)
Desde el primer amor
Desde el primer amor estoy contigo
siguiendo tus pisadas, caminando,
y en mi ser -siempre tuyo- vas creando
la mente de un constante y fiel amigo.
La paz, con tu recuerdo, va conmigo,
y un río de pasión está sangrando,
y no puedo evitar de vez en cuando
mi lágrima de amor por tu castigo.
En esta tarde azul, como una ola,
el corazón reparte la simiente
sobre un campo vestido de amapola.
Por tu gracia, Señor, eternamente
he de ver ese cetro que enarbola
la humildad y el amor más diligente.
Antonio Barceló Roldán (Apocalipsis 2:4)
(Tomado de Nueva Reforma)
Junto a los ríos de
Babilonia (Por Karl
Gerok, poeta del
siglo XIX)
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("Judíos", de J.Cruz Herrera)
Junto a los ríos de Babilonia
-bajo el sarcasmo de los enemigos-
recordando los muros caídos de Salem:
se me apodera un pesar tenebroso.
¡Ay, Sión! ¿dónde ha quedado tu brillo?
Junto a los ríos de Babilonia-
No me pidáis que toque mi arpa;
no me hagáis bailar al son de las flautas
ni silbar para vuestra diversión.
Concededme simplemente que
camine solo, llorando en silencio.
Vuestros cánticos no me van,
y los míos no son para vosotros.
Junto a
los ríos de Babilonia-
Yo oigo los juicios del Señor;
presiento las amenazas de la tempestad
que dará contra Babilonia...
Pero antes de que una gota de sangre mía
rinda honor a los dioses falsos de Babel,
antes aplastaré al engendro de víbora
dentro de mi propio pecho.
(Salmo 137)
(Tomado de Firmes hasta el fin)
Sosténnos firmes, ¡oh Señor!
Sosténnos firmes, ¡oh Señor!, En la Palabra de Tu amor; Refrena a los que en su maldad Tu reino quieren derribar. Demuestra Tu poder, Jesús, Pues rey de reyes eres Tú; Haz que Tu amada cristiandad Te alabe con sinceridad. ¡Oh Santo Espíritu de Dios! Escucha de Tu grey la voz; Conserva en ella la unidad Y guárdala en Tu santa paz. Amén. (Martín Lutero) |
SEÑOR, ENVÍANOS
Otoñal el tiempo se ha tornado,
arrancando de los árboles las hojas
que voltean por el viento desatado
y caen a tierra cual yertas mariposas.
De cobre y amarillo van cubriendo
el césped y la arena como un manto;
yacen muertas, dormidas sin aliento,
desgajadas por siempre de su árbol
Padre amado, ¡cuántas almas perecen,
separadas de ti y de tu amor,
y caen sin conocer a quien merece
la gloria y la alabanza y el loor!
Verles, Señor, es dolorosa herida,
pues, cual hojas privadas de su savia,
viven en realidad sin tener vida,
por no haber recibido tu palabra.
Envíanos, Dios santo, a predicar,
a socorrer a tantos que se pierden,
a hablarles del amor y de la paz
que Jesús quiere a todos ofrecerles.
¡Son tan grandes los campos!
¡Tan cercana la siega!
¡Oh, Señor, en tu amor confiamos,
para que haya abundante cosecha!
Miguel Hernández Iniesta
(Poema publicado en la revistaNuestra Labor)
(Ilustración: Obra de Vincent Van Gogh sobre el Otoño)