Las realidades temporales:
una asignatura pendiente para
la Iglesia de hoy.
“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos",..."No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer" (Mateo 14:14,16)
Introducción:
Muchos de nosotros hemos podido constatar en determina-dos círculos evangélicos una especie de corriente o tendencia que, precisamente, no anima a que los creyentes se involucren en las realidades temporales de la existencia humana. Es como un rechazo mental que se mueve sutilmente, creando posturas estáticas, lejanas, ante la tragedia humana que nos rodea y acompaña cada día.
Se puede considerar como una autodefensa contra lo que algunos estiman que está fuera de la órbita estrictamente espiritual, osea, el mundo. A veces se escuchan justificaciones equivocadas, tales como "no somos del mundo" , "no améis el mundo" o "nuestra ciudadanía está en los cielos". Nada más lejos, en este caso, del sentir de nuestro amado Jesús.
Los muchos y graves problemas que abruman, oprimen y hacen gemir a una humanidad de la que formamos parte como criaturas de Dios -aparte que seamos también hijos del Altísimo- no deben estar ausentes de nuestros sentimientos cristianos, como tampoco lo estuvo de nuestro Señor Jesucristo. La miseria, el hambre, la guerra, la dolorosa y trágica inmigración, los ignominiosos "muros" levantados en las fronteras frente a los necesitados de trabajo;
las injusticias sociales, el preocupante aumento del racismo, la denigrante xenofobia, la aniquilación progresiva de seres humanos en Africa y otros lugares de la Tierra, los azotes epidémicos, los fenómenos climatológicos que destruyen aldeas y ciudades enteras, etc., no son tomados con el debido interés y preocupación desde muchas posiciones cristianas, salvo honrosas excepciones.
Evidentemente, existe un preocupante desfase entre lo que se considera vida cristiana y la vida humana que nos rodea, en un mundo cada vez más pequeño y cercano. Muchos líderes de iglesias no consideran prioritario ni necesario el compromiso de los cristianos con las realidades temporales. Pero, por otro lado, paradójicamente, sí deberíamos sentirnos seriamente preocupados, si no defraudados, al contemplar las sospechosas e interesadas relaciones que mantienen ciertos estamentos evangélicos de nuestro país con los poderes políticos de este mundo: instituciones sociales, gobiernos municipales, autonómicos , etc.; a los que lisonjean y adulan sin reparos, privada y públicamente, llevándolos a ocupar -en demasiadas ocasiones- lugares de privilegio en púlpitos y plataformas reservadas para aquellos que han sido elegidos y santificados por el Señor para tan honroso deber. Esta falta de coherencia , responsabilidad y fidelidad ante el Señor de la Iglesia, nos lleva a considerar este tema a la luz de la Palabra de Dios. En ella, encontramos que el Señor Jesucristo -ante el acoso de los discípulos de los fariseos y de los herodianos que les acompañaban, y frente a una directa e insidiosa pregunta, con la intención de sorprenderle-, les contestara: “Dad; pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es Dios” (Mateo 22:15-22).
En este texto, el Señor Jesucristo no nos dice: “Escoged entre Dios y César”, sino que nos llama a saber distinguir entre ambos. Por ello, el Señor no debe ser velado, silenciado, ocultado ante César, con el malsano y materialista propósito de recibir prebendas de la mano de las instituciones gobernadas por César, mientras miles de familias están sufriendo -aquí, en nuestro propio país, cerca de nosotros, posiblemente en la casa de al lado-, por carecer de los alimentos más básicos. Todo lo contrario, la luz no debe guardarse debajo del almud, (Mateo 5:14-16), ni tampoco debemos avergonzarnos del Señor (Marcos 8:38). No debemos callar ni "pasar de largo" ante la tragedia que se cierne a nuestro alrededor. No nos situemos al nivel de la bajeza moral de la iglesia romana al ignorar el exterminio de los judíos a manos de los nazis alemanes. No temamos a aquellos que manejan las subvenciones o ayudas: el Señor es nuestro proveedor y ayudador ( Lucas 22:35; Isaías 41:10); más bien temamos a Aquel que vendrá en su gloria para juzgar nuestras acciones (Mateo 25:31-45).
1) Ejemplo público de Jesús y los apóstoles.
El Señor Jesucristo se somete y sujeta a las normas contributivas de las instituciones de su pueblo y de su tiempo "para no ofenderles" (Mateo 17:24-27). Los apóstoles así lo enseñan de su parte:
a) Por causa del Señor someteos a toda institución humana (1ª Pedro 2:13-16) (al rey, a los gobernadores, instituciones, etc.) (Romanos 13:1-7) (Tito 3:1).
b) Quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios se opone (Romanos 13:1-7).
c) Orar por los reyes, y por los que están en eminencia, "porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador" (1ª Timoteo 2:1-4). Pero no olvidemos que Pedro enseña también esto otro: "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hechos 5:29).
2) Denuncia pública de Jesús
No obstante, por otro lado, su valiente posicionamiento le lleva a...
a) Denunciar y condenar la opresión de los líderes hacia el pueblo (Mateo23:4)
b) Denunciar y condenar el abuso de poder (Mateo 2:25-28)
c) Denunciar y condenar toda injusticia (Mateo 23:25)
Su actitud firme ante las intenciones de Herodes, le conduce a llamarle públicamente zorra (Lucas 13.32). A Pilato le hace ver, con firmeza, que su autoridad viene de Dios (Juan 19:11).
Jesús, que fue duramente criticado por sus enemigos, así como incomprendido por los propios discípulos y familiares (Mateo 11:19), nos muestra a través de su ministerio sabio y compasivo, la diferencia real, insalvable, entre Dios y César; sin caer en falsos, hipócritas y farisáicos comportamientos. Al mismo tiempo, Jesús tuvo un corazón tierno, comprensivo y cercano al sufrimiento humano. Las dos naturalezas indivisibles de Jesús, la divina y la humana, manifiestan una sensibilidad muy especial ante las realidades temporales, mayormente aquellas que son originadas en la codicia y maldad de los hombres que desobedecen a Dios y se acercan a César.
3) Comportamiento sensible de Jesús
Jesús rompe con los sesgados condicionamientos sociales y religiosos de su tiempo. Por ello es menospreciado y criticado (Marcos 2:15-16).
a) Recibe complacido el amor y reconocimiento de la mujer pecadora (Luc.7:3
b) Acepta la invitación de un publicano (Marcos 2:15)
c) Trata a personas de cuestionable moralidad (Lucas 19:1)
Él lo deja bien claro ante todos aquellos que lo censuraban: "El Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido" (Mateo 17:11; Lucas 15:1-2).
Jesús, hasta el final de su vida, supo dar a Dios lo que era de Dios, y a César lo que era de César. La Iglesia de Jesucristo está llamada a imitar y agradar a su Maestro y Señor, no a César y sus servidores.
Conclusión:
¿Es éste el ejemplo que estamos siguiendo? ¿O estamos cayendo, quizás, en actitudes difusas, interesadas, que comprometen nuestro santo testimonio cristiano? ¿O, tal vez, estamos claudicando entre dos pensamientos ? (1º Reyes 18:21).
¡¡Cuidado con sentarnos junto al fuego del mundo!! (Lucas 22:54-66)
(Jesús Mª Vázquez Moreno)
“Pobres esperando la sopa”
(Isidro Nonell, 1872-1911)