Registrada en el Ministerio de Justicia en 1.993. Miembro de la F.E.R.E.D.E. y del C.E.A.A.
"¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el
barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en
mi mano, oh casa de Israel" (Jeremías 18:6)
¡BENDITA Y SOBERANA ELECCIÓN DE DIOS!
____________________
"Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan?" (Lucas 13:23)
A raíz de esta directa pregunta que alguien le hizo al Señor, éste aprovechó para aplicar parte de su firme doctrina sobre la salvación: el número corto de aquellos que se salvarán, incluyendo a incrédulos y apóstatas. En verdad, pocas verdades bíblicas hay más terrible que ésta, y quizá ninguna más hermenéuticamente establecida y menos discutible.
Jesús no oculta ni relaja la dificultad de ser salvos sin entrar por la puerta estrecha: “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13). Ante esta aparente dificultad, sus discípulos asombrados, le preguntaron: “¿Quién, pues, podrá ser salvo?” (Mateo 19:25). Su respuesta aleja la salvación de aquellos que confiaban en sí mismos, y no en el Señor Jesucristo: “Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible” (Mateo 19:26).
A título de ejemplo, consideremos que de todos los habitantes de la tierra una sola familia se salvó de las destructoras aguas del diluvio: la del justo Noé, pregonero de justicia durante muchos años. En él se cumple, como enseñanza para nosotros, las firmes palabras de Jesús: “...muchos son llamados, mas pocos escogidos” (Mateo 20:16). De cinco grandes ciudades de la llanura (Sodoma,Gomorra, Adma, Zeboim y Zoar) reducidas a cenizas por el fuego del cielo, sólo cuatro personas se salvaron de la ira justa de Dios (Génesis 19). ¡Oh, bendita salvación por gracia! (Efesios 2:8-9).
Aquellos que hemos entrado por la puerta estrecha, que es nuestro amado Jesús, tal como Él declara: “Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será salvo” (Juan 10:9); nos debemos de gozar leyendo lo siguiente: “Y entrará . . .y hallará pastos” (vers. 9). Estos pastos son vida abundante por medio de la Palabra de Dios y la obra poderosa del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Hermano, ¿Estás comiendo de los deliciosos pastos de Dios? ¿Está tu copa rebosando? (Salmo 23). ¿Te alegras de ser un elegido de Dios para vida eterna? (Jesús Mª Vázquez Moreno)
ESTAR EN LA PRESENCIA DE DIOS Y ENTREGADO A SU PROVIDENCIA
Cada mañana nuestro primer pensamiento debe ser: Dios está presente. “En él (Dios) vivimos, y nos movemos, y somos” (Hechos 17:28), y a pesar de ello casi nunca pienso en Él. ¡Qué ceguera y qué tinieblas! De un sueño caigo a otro. Mi alma no despierta de día ni de noche. Como los sentidos exteriores duermen de noche, así los sentidos interiores duermen de día. Soy como un hombre ciego: Cuando duerme está en doble ceguera; y cuando despierta, ni ve la claridad del sol ni la belleza de la tierra. Así también nosotros. Dormimos, y nos encontramos en un profundo olvido de Dios. Pero al despertar seguimos en el mismo olvido, porque nos ocupamos tan poco con Dios y sus perfecciones. Más bien, entretenemos nuestra alma con las pequeñas cosas terrenales. ¡Ah, qué molesto es la somnolencia y el olvido, porque nos hace culpables, aunque estemos sujetos al olvido por nuestra naturaleza. “Ya es hora de despertarnos del sueño” (Romanos 13:11) y de abrir los ojos.
Oh Jesús, ¡no permitas que duerma todo el día en el olvido de tu presencia! Mira, que no puedo defenderme del sueño. Vigila tú por mí. Que me concedas el conocimiento de Dios a través de tu conocimiento, que me concedas mirarle a Él a través de tu mirada puesta en mí, y que lo ame a través de tu amor.
Mientras que no velemos con Jesucristo, nuestro sueño va con el mundo. Velar con Jesús significa vivir su vida, tener la mentalidad que Él tuvo, obrar como Él obró y sufrir como Él sufrió. El dolor, sufrimiento y oprobio hacen que velemos y vivamos con Jesús; por esto los debemos tener en estima. El honor, la suerte y el bienestar nos dan somnolencia hacia el olvido de Dios; es por esto que los hemos de tener en sospecha. Cuando Dios por la mañana le da al alma la impresión de su presencia, es preciso tratar tal impresión con cuidado durante todo el día. Así llevará fruto en las ocasiones dadas, aceptando todas las cosas que la mano de Dios provee, tanto la paz como la guerra, lo dulce y lo amargo, la calma y el trabajo.
Oh alma, déjate traspasar por los rayos de la divinidad, deja llenar tu vida interior con Dios y sus perfecciones. De esta manera se consolidarán tus fundamentos interiores. ¿No te es suficiente el carácter de Dios y sus perfecciones? ¿Qué cosa mejor puedes hacer que sumergirte en Él y permanecer en Él sin remoción alguna?
El que tiene a Dios puede prescindir de todas las criaturas. Dios está en mí y yo estoy en Él; no hay nada que me pueda separar de Él. Porque Él es infinito y por tanto está presente interminablemente en mí. En esta unión inseparable con Él mi corazón se encuentra tan satisfecho que podría ser despojado de todas las criaturas, y hasta de las más queridas de todas, sin que esto me aflija. Porque tanto más lejos me están, tanto más cerca me es Dios. . . ¡Qué riqueza es el encontrar a Dios! Esto, sin embargo, no ocurre sin entregar y sin “perder” todas las criaturas. María (de Betania) olvidó al mundo entero, hasta a su hermano y la hermana, y así encontró a Dios presente en sí; y Él solo le era suficiente (Lucas 10:39-42).
Si un alma se queja sobre la pérdida o ausencia de una criatura, esto es porque aún no ha encontrado bien a Dios. Es verdad que las criaturas pueden servir para que vengamos a Dios. Sólo, si uno le ha encontrado, ya no le tiene que buscar. “Me prendí de él y no le solté” (Cantares 3:4). ¡Y cómo se desvanece el gusto de las criaturas! Por haberte encontrado, oh mi Dios, ya no te podré dejar nunca jamás. ¿Cómo podría volver al seno del mundo?
(Johann v. Berniêres-Louvigni, autor francés siglo XVII)
Edificante testimonio de conversión a Jesucristo del sacerdote escolapio D. JOSÉ BORRÁS CERVERÓ, nacido en Algemesí (Valencia) en 1927, marchando a la presencia del Señor en mayo de 2002 en Madrid. Ocupó diferentes cargos pastorales y de diversa responsabilidad en la Iglesia Bautista, siendo de gran bendición su trabajo y entrega al Evangelio allí donde fue enviado por el Señor de la mies, bien por medio de su labor pastoral como también ministrando a través de la evangelización y la enseñanza.